La segunda frase de la declaración de Independencia de los Estados Unidos, firmada en 1776, asegura que todos los hombre son «creados iguales, y dotados por el creador de ciertos derechos inalienables, como son la vida, libertad y la búsqueda de la felicidad». Por muchos años, la NBA ha trabajado para eliminar discrepancias en raza, religión y orientación sexual. Pero en la NBA de 1960, se atacó directamente el derecho a la libertad y la búsqueda de la felicidad. Hasta que Rick Barry decidió plantarse.
Plantarse ante una legislación que atacaba a los jugadores sin contrato. Conocida como reserve clause, en todas las ligas norteamericanas existía una cláusula que ligaba al jugador un año más tras la finalización del contrato con la franquicia, que tenía todo el poder para decidir qué hacer con el jugador. Desde que se firmaba el acuerdo, el jugador pasaba a ser posesión del equipo que podía re-asignarlo, traspasarlo, venderlo o dejarlo libre. La única manera de poder elegir destino era recibiendo una unconditional release.
Y la única manera de negociar, mediante el chantaje.
Rick Barry, una súperestrella arrogante
Rick Barry (28 de Marzo de 1944, New Jersey) fue un problema para la NBA desde que llegó a la liga, y la historia le recuerda por dos motivos: su peculiar mecánica para lanzar tiros libres, la famosa cuchara [en el vídeo de arriba]; y ser el jugador más arrogante que jamas ha pisado una pista de baloncesto, según su ex-compañero Billy Paultz. Y con mucha diferencia. «No tiene diplomacia. Si lo enviamos a la ONU, empezaría la III Guerra Mundial» decía de él Mike Dunleavy padre. Y no le faltaba razón.
Compaginaba anotar 40.8 puntos en las NBA Finals de 1967, todavía como jugador de segundo año, con tener la fama de perdonavidas. «Siempre te miraba por encima del hombro, como con mala actitud» aseguraba Parish unos años más tarde. Ken Macker, ejecutivo de los Warriors en la época de Barry: «Hasta sus compañeros le detestaban. Nunca encontrarás jugadores hablando sobre los buenos tiempos con Rick porque no existieron».
«Fue Larry Bird antes de que existiera Larry Bird. Un Picasso, un Mozart»
El contexto es oscuro, pero la NBA de aquella época no es mucho mejor. Barry llega a la liga en 1966, elegido por los San Franciso Warriors con el quinto pick. Ninguno mejor que él, por supuesto. Un contrato rookie de dos años con la franquicia de la bahía, donde lideró la NBA en anotación y promediaría casi 30 tiros por partido. Era el final de la hegemonía de Red Auerbach y Bill Russell, el inicio de los setenta se asomaba con su particular década negra. Y Barry quiso salir de ahí.
Una odisea cíclica: siempre los Warriors
El verano de 1967, tras perder las finales ante los Sixers de Chamberlain, Green y la dirección de Hannum, Rick quedó libre. Su contrato expiró, pero a sabiendas de que nunca podría firmar por otro equipo NBA con los Warriors al acecho, dio el salto definitivo: ficho por los Oakland Oaks, de la ABA. Las malas lenguas siempre apuntaron al dinero como el principal motivo de peso, pero las ofertas de Warriors y Oaks eran similares: 75.000 dólares americanos. ¿Por qué entonces cambiar de lado y cruzar el Golden Gate Bridge? Por la familia.
El entrenador de los Oaks era Bruce Hale, suegro de Barry y ex-entrenador de la Universidad de Florida, donde Rick se graduó. El último año en los Warriors, Bill Sharman había convertido el baloncesto “en un trabajo”, algo insostenible para Barry. La situación se complicó hasta limites insalvables cuando en las Finales, con Barry infiltrándose para jugar por una lesión en el tobillo, Sharman le obligó a entrenar, pasando por el proceso de inyectarse cada vez. El deporte, al menos en los Warriors, ya no era divertido para Rick sin la figura de Alex Hannum, el entrenador que tuvo de rookie.
Era además el primer año de la ABA, con Mikan como comisionado, y Rick podía ser la primera gran estrella de la liga. El plan era perfecto: por primera vez la cláusula no podía actuar ya que la NBA no tenía el brazo tan largo como para implantar justicia en la novedosa ABA. Solo un detalle que salvaguardar: Franklin Mieuli, el excéntrico dueño de los Warriors.
Mieuli productor de radio y televisión en toda la zona de San Francisco, era la cara visible de la prensa deportiva en el norte de California. Las estrellas de los 49ers y los Giants [de la MLB, no la NFL] siempre pasaban por su programa, e incluso fue él quien creo la primera gran empresa de comunicación, de donde nace la actual KCBS radio. Con el negocio viento en popa, se juntó con otros 30 empresarios locales para adquirir los Warriors. Desde ese momento, se dedicó a ir comprando uno a uno, las acciones de sus compañeros hasta ser el único propietario.
Cuando Franklin supo de la salida de Barry, hizo lo que cualquier dueño haría: llevarlo a juicio. Y con el poder que ostentaba, un juez de San Francisco no tardó mucho en darle la razón: la reserve clause seguía vigente y Barry tenia que seguir jugando para los Warriors… o no jugar durante un año entero. Barry, por principios y orgullo, decidió no jugar. Con 23 años, uno de los mejores jugadores de la época se apartó del baloncesto por una temporada por convicciones. Mieuli mantuvo los derechos de Barry, pensando en el futuro.
La desgracia hizo el resto: al volver a las pistas, Barry duró 35 partidos antes de lesionarse para toda la temporada. Bruce Hale renunciaría y Oakland firmaba a Alex Hannum para ganar el anillo pero Rick no jugaría un minuto de playoffs. Y peor aun: entre 1969 y 1972, Barry jugaría en Washington, donde se mudarían los Oaks, y en los Nets de New Jersey a donde seria traspasado, antes de ser obligado a firmar de nuevo por los Warriors y volver a la NBA. Y todo con tres procesos judiciales de por medio. Siguió jugando, disfrutando del baloncesto y siendo un all-star en la liga, pero perdió por el camino varias temporadas en su prime.
Para entonces ya le había dado tiempo a liderar en anotación NCAA, NBA y ABA, con solo 24 años. «Era Bird antes que Bird» aseguraba Menendez, director de personal en los Nets.
Pionero en el olvido
Tuvo tiempo de ganar un anillo con los Warriors, en 1975, siendo el referente y barriendo a los Bullets. Su MVP de las Finales, el ultimo premio y quizás el más valorado dentro de la liga. Pero su mayor aportación al baloncesto la hizo prácticamente sin quererlo: sus acciones lideraron un motín, una revuelta silenciosa que cambió por completo la liga como se conocía hasta la fecha. Y nunca se le ha reconocido.
Bill Simmons, en su libro ‘The Book of Basketball’ es el único en darle a Barry el crédito que merece. “Curt Flood se lleva el mérito por plantarse ante el sistema y preparar el camino hacia una nueva era de los contratos en los deportes, pero Rick Barry hizo lo mismo dos años antes. ¿Por qué no se lleva el crédito? Porque Rick Barry era un idiota”. Flood, como Barry, decidió cambiar de equipo en la MLB, dejar los Cardinals y firmar por Washington; pero también como Barry, le tocó dejar de jugar una temporada por decisión del juez.
La imagen de Barry iba en su contra, por supuesto. En 1972, el mismo año que volvió a la NBA, publicó su auto-biografía. Por un momento, la prensa consideró que se trataría de una manera pública de pedir disculpas a la liga, a sus compañeros en general y a los Warriors por su actitud. Nada más lejos de la realidad, sorprendió con detalles como cuando agredió a una monja o su madre le acusó de codicioso [greedy]. El Rick Barry más puro.
Barry perdió, la historia solo le recuerda como un insolente gran jugador con la peor mecánica de tiros libres de la historia y un 90% de efectividad. ¿Quién salió ganando entonces? Bueno, la ABA consiguió su primer jugador NBA, lo que abrió un puente para el resto y al mismo tiempo una guerra de salarios. Entre 1967 y 1975, el sueldo promedio de un jugador subió un 600%, de 18.000 a 110.000 dólares. Y la manera que se le ocurrió a la NBA de detener este despilfarre de billetes fue una fusión. La fusion entre NBA y la ABA.
La herencia de Rick Barry
El proyecto se inicio para la temporada 1970, con el objetivo de unir ambas ligas. La NBA votó sí a la fusión por 13-4, Jack Dolph, comisionado de la ABA anunciaba públicamente que era cuestión de meses si no semanas… pero de golpe se paralizó todo. La NBPA, liderada por Oscar Robertson, llevo la fusión (y por ende a la propia liga) a juicio, argumentando la ley antimonopolio de los Estados Unidos. El caso, que pasó a la historia como Robertson v. National Basketball Association, retrasó la unión hasta 1976.
Para 1972, el comité que llevaba el caso aceptó el primer boceto de unión pero con muchos condicionantes: el primero, el más importante, abolir la existencia de la reserve clause. Hasta que NBA, ABA y NBPA no llegaran a un acuerdo sobre cómo eliminar dicha regla, la fusión se paralizaría. ¿La solución acordada? Crear la agencia libre, entre otras variantes. Un sistema que no explotarían los jugadores al máximo hasta Tom Chambers, pero que dio paso a la NBA como conocemos hoy.
«If I had to do it all over again, I’d wait for some other fool to do it. It did me more harm than good. Had I stayed in the NBA, I’d have overcome most of it. Eventually they’d have talked more about my playing than my histrionics. But when I left, boy, I was a marked man.»
Oscar Robertson, ya retirado en 1976, consiguió el premio doble: que la guerra de salarios se alargara unos años más y que desapareciera una estúpida regla que la NFL, MLB y NHL todavía utilizaban. Big O se llevó el mérito de una lucha que fue Barry quien empezó. Y todos los jugadores hoy en día deberían agradecer a Rick Barry haber firmado por los Oaks, en vez de a Oscar Robertson [que sacrificó mucho por la liga, pero no fue el primero].
Si Barry nunca hubiera cambiado de liga, ninguna estrella NBA le habría seguido y la guerra de salarios nunca hubiera empezado. Si la guerra de salarios no hubiera existido, nunca hubiéramos presenciado la fusión entre las dos ligas y mucho menos la denuncia de la NBPA. Sin el caso, no se habría paralizado la unión y no se habría cambiado la legislación. Rick Barry cambio la liga en una decisión que los principios y el orgullo le obligaron a tomar.
Porque pese a ser un arrogante, ademas de muy bueno, Rick Barry cambió la historia de la NBA. Y no hemos de olvidar a los héroes de nuestra historia.
Lee la entrada original en The Wing.
Bibliografia: Slate, NY Times, Basketball Reference, Sports Illustrated y los libros The Book of Basketball, Confessions of a Basketball Gypsy.