No, Colombia no es como la pintan en la televisión. Justo hoy cumplo un mes de mi nueva aventura en Bogotá y estreno nueva sección en el blog, RELATOS CAFETEROS. Al igual que hice en Australia, narrando mis memorias, el concepto es parecido: explicar cómo es el país, la gente, la vida y tratar de acercar la Colombia más real al exterior. Y mis tonterías, como siempre. Y en esta entrega inicial, quiero explicaros cuatro cosas básicas sobre Colombia y Bogotá, romper mitos y estereotipos.
Y lo primero es decir que no, Colombia no es como en Narcos. Dejar claro eso: este país no es una serie o película de televisión; ni una telenovela, ni un thriller de drogas y narcotraficantes. Colombia es, voy a decirlo, un país normal y corriente. ¿Sorprendidos?
Llevan algo menos de un año en un proceso de paz para establecer el final de las FARC, el principal grupo –que no el único– guerrillero del país y dejar, definitivamente, atrás una época oscura en el país. España lo intentó hizo en 1975, Alemania en 1989, Rusia en 1991… y Estados Unidos empezará en 2021. Y no, las FARC no son el único enemigo de Colombia. Existen otros grupos guerrilleros como el ELN, ECN o las bandas criminales, conocidas como bacrim. Pero eso no sale en las noticias.
Aquí no todo el mundo baila bien –sí mejor que yo–, pero lo parece y el clima es muy variado. De hecho Bogotá, donde yo resido, podría compararse con Barcelona entre Septiembre y Noviembre todo el año, un clima agradable con días calurosos y épocas de lluvias. Bogotá, por cierto, no tiene playa: las mejores están al norte, en las islas cerca de Cartagena. Y para los literarios, lo siento: Macondo no existe más allá de la mente de Gabriel Garcia Márquez y vuestros corazones.
No existe tampoco el supuesto acento colombiano, pues como España o cualquier país, tiene diferentes registros según las zonas. Nosotros tenemos a Andalucía illo, ellos a los costeños, gente que habla rápido, se come letras y cuando hablan entre ellos, es complejo de entender si están balbuceando en nuestra lengua o desarrollando un dialecto del vasco. Y la gente es tan agradable como uno puede soñar, siempre con una sonrisa en la boca.
La comida es increíblemente natural, pese al excesivo abuso del arroz: cada almuerzo se acompaña de arroz blanco. Y tienen deferencia por el pollo antes que la carne, al menos en mi experiencia. Además, es preciosa. Colombia es realmente hermosa y con una virtud al alcance de muy pocos países: ofrece todo tipo de paisajes, desde ríos de colores, mares con siete azules diferentes, desiertos, selva amazónica, playas preciosas, islas secretas y enormes ciudades. Todo en eso en poco más de mil kilómetros cuadrados.
Por supuesto tiene sus cosas malas, como las puede tener Barcelona, Madrid, Sídney, Nueva York y hasta Bilbao. Por ahora, la que más me ha afectado ha sido el transporte público, caótico, y las caravanas urbanas; un viaje en coche que puede estimarse en 15 minutos, muy probablemente se alargará prácticamente una hora. Juntar a casi 10 millones de personas en un espacio reducido con carreteras mejorables, genera un trancón [pronto iremos con un diccionario español – castellano] horrible.
Pero por ahora, está bastante bien. Llevo un mes sólo, así que tampoco puedo opinar mucho, pero no tiene nada que envidiar los supuestos grandes países del primer mundo.
Seguiré informando.