Solo una madre sabe lo que se siente al quedarse embarazada. Solo una madre tiene ese sentimiento especial cuando coge en brazos a su hijo por primera vez. Pero ni siquiera una madre puede responder cuando intentan arrebatarte a su primogénito.
En 1917 el pueblo ruso cogió las riendas de la extinta Unión Soviética, y una de las primeras medidas que tomó fue la de legalizar el aborto, como en la actualidad, hasta las 12 semanas de embarazo. Con la creación de la República Democrática Alemana, se instauró un sistema de dopaje mediante esteroides y testosterona, especialmente en las mujeres, en la zona este del muro de Berlín. En 1989 solo un 14 por ciento de las mujeres que vivían en la URSS de entre 14 y 65 años, nunca habían abortado. Una de ellas fue Rita Jasikeviciene.
Jugadora de balonmano profesional y candidata a formar parte del equipo nacional soviético para los Juegos de 1976, a un año de la cita olímpica, Rita anunció a su entrenador Igor Turcin que en Marzo iba a ser madre, una idea que no entraba en la cabeza del tirano seleccionador. La respuesta es clara, las opciones dos: o abortas o no quiero volver a verte nunca más. El 5 de Marzo de 1976 nacía Sarunas Jasikevicius y Rita vería por la televisión unos Juegos en los que una niña de 14 años y 42 quilos conseguiría siete dieces y superar a todo el equipo gimnasta de la URSS. Los Juegos de Nadia Comaneci. La URSS, por cierto, ganó el oro en balonmano sin Rita, algo que siempre le recordó a su hijo. Me debes una medalla.
Nacido en Kaunas, actual Lituania, Jasikevicius crecería en Estados Unidos. Empezó a jugar al baloncesto en Quarryville, Pennsylvania y se trasladó a Maryland para jugar en la universidad. Nadie vio nada especial en el bueno de Jasikevicius, que ya despuntaba por su facilidad anotadora y su extravagante carácter ante las decisiones arbitrales. No fue seleccionado en el draft y decidió trasladar su carrera a Europa, a su Lituania natal: primer destino, Lyetuvos Ritas. Un año duró en Vilnius hasta que el Olimpia de Liubliana preguntó por él. Sus números en su segundo año bajaron, pero no le impidieron ir convocado con la selección lituana de baloncesto por tercer verano consecutivo, el primero sin Arvydas Sabonis.
Los Juegos de Sídney fueron la presentación internacional de Sarunas Jasikevicius y la oportunidad de cumplir la promesa más importante de su vida. Rodeado de estrellas como Siskauskas o Stombergas, Saras cogió el rol de líder y guió a los bálticos hasta el cajón más bajo del podio, no sin antes plantar cara a Estados Unidos. El equipo de Tomjanovich estuvo a un triple sobre la bocina -errado por Saras- de perder por primera vez un partido FIBA desde el uso de jugadores NBA. La final de consolación ante los anfitriones fue un paseo militar lituano y cuando Jasikevicius recibió el metal, bajó del podio y fue corriendo a entregárselo a su madre. Te debía una medalla.
Curioso que uno de los mejores bases de este siglo empezara jugando de dos, y no fue hasta que fichó por el Barça de Aito, ese mismo verano, que se convirtió en el líder que todavía es. 2003 fue probablemente su mejor año, el triplete con el Barça, liga ACB, Copa y la ansiada Euroleague, la primera para él y para el club. En verano, otra vez con la selección, se erigió como MVP del Eurobasket celebrado en Lituania. Profeta en su tierra. Siguió su camino viajando por los mejores equipos de Europa. En Israel ganaría dos Copas de Europa más, una de ellas como MVP.
Entre 2005 y 2007 probó suerte en Estados Unidos, en una NBA que le había cerrados las puertas en 1999. Indiana un año y medio y el restante del segundo en los Warriors de Auckland para demostrar al mundo que sí podía estar ahí. Pero prefería seguir ganando en Europa y tal como volvió, ganó su cuarta Euroleague en las filas de Panathinaikos. Nadie tiene tantas.
En 2012 volvía a Barcelona, la que ha considerado siempre su casa para liderar un proyecto joven y ganar una copa más. En su presentación llegó a afirmar que el Madrid le llamó y no tuvo reparos en decir no, que él era culé. Acabó la temporada y el Barça decidió no renovar al base lituano. Zalgiris aprovechó la ocasión, y por fin, en Septiembre de 2013, Sarunas Jasikevicius tendrá la oportunidad de jugar en su ciudad de origen.
37 años más tarde, Jasikevicius jugará por fin en casa.