La salida de Pierce y Garnett de los Celtics marcaba el final de una época y el inicio de un plan. Unos días antes huía Doc Rivers rumbo a LA y Ray Allen ya hacía un año que jugaba para el enemigo. El big-3 se había terminado. La base, el cuerpo  y el alma del último anillo de los Celtics ya se conjugaban en pasado, como Bill Russell primero, o Larry Bird, McHale, Parish o Ainge más tarde. Pierce y KG salían por el bien común, pero lo hacían rumbo al mega-proyecto de Prokhorov, buscando un anillo junto a Deron Williams, Joe Johnson y Brook Lopez. A cambio, eso sí, los Nets debían hipotecar su futuro.

No fue uno, ni dos, ni tres. Cuatro picks de primera ronda le entregó Billy King a Danny Ainge, junto a Gerald Wallace, Kris Humpries o Marshoon Brooks, además de algunos fillers para cuadrar salarios. En el pack, rumbo a Brooklyn, también salía Jason Terry. Entre Pierce, KG y Terry sumaron 206 partidos; a cambio, habían entregado a James Young (#17 2014), Jaylen Brown (#3 2016), Jayson Tatum (#3 2017) y el pick que permitió a los Celtics conseguir a Kyrie Irving. “Necesitábamos que todo saliera bien. Y todo salió mal, y el plan no estaba previsto para ese caso”, aseguró Bobby Marks, ayudante del GM en aquella época.

Literalmente todo. Un año y medio duró el proyecto, hasta el traspaso de Garnett en febrero de 2015. Pierce, que acabó contrato en junio de 2014, firmó con Washington y KG volvió a casa, a Minnesota. Y en las próximas temporadas sumaron 69 victorias en tres años: 28% en total. El equipo que un día juntó a cinco All-Stars en el quinteto titular se conjugaba en pasado. Y mientras al sur de Manhattan, los hombres de negro se hundían en lo más profundo de la clasificación (con permiso de los Sixers del proceso), en la misma división empezaba a brillar la obra de Danny Ainge. 

Danny Ainge y Brad Stevens en el primer día en el cargo del último. Empezaba el plan.
Danny Ainge y Brad Stevens en el primer día en el cargo del último. Empezaba el plan | Darren McCollester, Getty Images.

EL PLAN

Fast forward hasta el verano de 2021. Los Nets, ahora con Kyrie Irving, Kevin Durant y James Harden, destrozaban a Boston en primera ronda. Y no solo eso, forzaban a Danny Ainge a renunciar a su cargo. Quien en su día arruinó el futuro de Brooklyn veía como se vengaban de la más cruel manera posible: obligándole a retirarse en Utah. Brad Stevens ascendía a jefe de todo, firmaba a Ime Udoka como nuevo entrenador en jefe y por un momento, corto pero intenso, el futuro de los Celtics pintaba negro. Pero el plan de Danny Ainge, ya un recuerdo en las oficinas del TD Garden, seguía sobre la mesa. 

Para Julio, Stevens recuperaba a Horford, el mejor agente libre que Ainge había firmado en la última década. Para Febrero, el nombre era Daniel Theis, otro ex-miembro de los Celtics de Stevens que volvía a casa. Todas las salidas habían sido por cuestiones económicas, con Ainge reaccionando mal y tarde, tomando decisiones precipitadas. Sus últimos dos años fueron una gestión reactiva y no proactiva, pero había una hoja de ruta estipulada. Con altibajos, con baches, con esa parte de suerte que influye en el deporte y ante la que no se puede hacer nada. Pero había un plan escrito. 

Porque del equipo que Danny le dejó a Brad Stevens, las piedras angulares eran jugadores elegidos y moldeados por ellos dos: Tatum y Jaylen, evidentemente, pero más valioso aun, los complementos. Marcus Smart, el mejor base posible para esta plantilla, Robert Williams, un diamante en bruto, un Grant Williams con el que muchos fuimos muy críticos y hasta Nesmith o Payton Pritchard. Todos ellos fueron elegidos por Danny con el beneplácito de Brad. Todos ellos fueron trabajados para llegar al nivel actual. Podemos incluso añadir a un Theis que Ainge encontró en la liga alemana sin siquiera jugar Euroleague.  

Y esta noche Boston tiene el partido más importante de los últimos 10 años, desde aquel Game-7 en las finales de conferencia en Miami en 2012. Misma serie, mismo momentum tras ganar el quinto en Florida, pero absolutamente distintas sensaciones: porque hace diez años los Heat tenían a LeBron James, y hoy Boston tiene a Jayson Tatum. Hubo otras noches destacadas, pero el equipo no tenía ni de lejos el nivel que presenta el conjunto de Ime Udoka hoy. Boston es favorito para ganar la serie y, en muchas casas de apuestas o algoritmos, para ganar el anillo NBA. 

Ime Udoka junto a Jayson Tatum y Marcus Smart, piedras angulares del proyecto de los Celtics 2022
Ime Udoka junto a Jayson Tatum y Marcus Smart, piedras angulares del proyecto de los Celtics 2022 | David Butler, USA TODAY Sports

EL VIAJE

No ha sido fácil llegar hasta aquí, para nada. Cuando empecé a consumir NBA como una persona irracional, allá por 2012, Boston empezaba una travesía por la temible reconstrucción. De la época de Tyler Zeller a Jared Sullinger, con Gerald Green titular o Brandon Bass como mejor jugador. Solo la llegada de Isaiah Thomas daba ilusión a un equipo que competían como underdogs hasta la saciedad para acabar perdiendo como underdogs como manda el sentido común. Lesiones en playoffs cada temporada, rechazo de agentes libres (sí, hablo de Kevin Durant) y una fecha grabada a fuego. 

El 22 de agosto de 2017, a media tarde hora de Boston, Adrian Wojnarowski anunciaba el traspaso de Isaiah Thomas por Kyrie Irving. Un movimiento que parecía poner a Boston en la carrera por el anillo sumado a la llegada de Hayward y una plantilla con Horford, Tatum, Jaylen, Smart, Rozier, Morris y Aron Baynes (!), pero que nada más hacía que retrasar el plan varias temporadas más. Un paréntesis bien grande al proyecto de los Jays, que al final tenían que ser la cara de la franquicia. Porque Boston solo sabe ganar con gente elegida a dedo en el draft: todos los MVPs de las finales con Boston fueron elegidos por los Celtics en el draft. 

Pasó Kyrie, pasó Hayward, pasó Kemba, pasó Horford que más tarde volvió. Fueron muchos los que llegaron y se fueron, pero se mantuvo un bloque, por más pequeño: Tatum, Jaylen, Smart, Rob y Grant han formado parte de la plantilla al menos tres años, algunos con cuatro bases diferentes (desde IT hasta Smart). Han perdido séptimos partidos ante Cleveland, igual que han ganado otros ante Toronto o los Bucks un par de veces. Han sufrido en el proceso como cualquier viajero, pero diez años más tarde estamos aquí. 

Boston está a un partido de las NBA Finals, con dos oportunidades de cerrar la serie ante Miami.

Y en el horizonte espera el mejor equipo de la última década.
Pero eso también estaba en el plan de Ainge y Brad.