Decir que la NBA ha evolucionado en los últimos cinco o diez años es quedarse corto. El efecto Curry, el triple como forma de vida, es solo la punta del iceberg en la transformación que ha sufrido la liga y esta temporada, con los añadidos de ser mucho más corta y aglomerada, lo ha exagerado. 2020/21 pasará a la historia como el año post burbuja pero también como el curso con la mayor eficiencia ofensiva nunca vista.
Por ahora, y a falta de unos 9-12 partidos por franquicia, tenemos el offensive rating promedio más alto (112.2, superando el 110.6 de antaño), el mayor effective field goald percentage (53.8%, por encima del 52.9% de 2020) o el año que se lanzan (34.7) y anotan (12.7) más triples, con el tercer mejor porcentaje de siempre (36.6% a solo una décima del récord de 2009). Hay más, segundo menor ratio de perdidas visto (12.5) y mejor porcentaje de tiros libres (77.8%). Todo positivo.
Desde 1971 no se anotan tantos puntos por partido (111.9) y eso ha hecho que los rebotes ofensivos caigan al porcentaje más bajo visto (22.2). Una temporada histórica que sirve para reafirmar que la NBA es distinta a la que llevamos viendo en los últimos años. No sorprende que siete de los ocho mejores offensive ratings de la historia sean de este año (Nets, Clippers, Jazz, Denver, Bucks, Blazers y Suns) y el otro, los Mavericks de 2020. Pero el modelo está llegando a un punto de quiebre.
El triple a qué precio
¿Hasta qué punto lanzar tantos triples ha cambiado el baloncesto? Bueno, toca analizarlo. El principal cambio no ha sido el lanzar 30 triples más que en 1987 (34.7 por 4.7), principalmente porque tirar más triples no significa meter más puntos per se. La clave ha sido decidir que tiros suprimir y donde poner el foco, con las consecuencias negativas que conlleva.
Desde 2000/01 podemos ver como el número de triples lanzados se ha disparado mientras que los mid-range se han desplomado de 30% a un tercio de manera lógica, el tiro menos eficiente del deporte. Pero vemosque al mismo tiempo, tiros con efectividad alta como son los que se realizan debajo del aro o los tiros libres también se han reducido. Son las consecuencias del abuso del triple, claro.
Puede parecer irrelevante, pero para una estrella NBA los tiros libres son una fuente de anotación tan importante como lo puede ser la pintura o el triple. Esta temporada, en promedio un 15.2% de los puntos vienen de la linea de libres con casos por encima del 25%: Joel Embiid 32.8%, Jimmy Butler 31.8%, Trae Young 30.4% o DeRozan con un 29.3% los más destacados. Incluso Harden, que está lanzando solo 7.5 libres por partido (venía de seis años seguidos con +10 FTA) consigue un 26% de sus puntos tras falta.
Las estrellas seguirán teniendo su ración de personales, aunque estemos en la temporada con menos faltas por partido y con el menor ratio tiros libres por tiro de campo. Pero para los jugadores de rol, es un efecto mucho mayor porque toca especializarse desde cero. Son ellos los que pagan esta nueva tendencia de la liga. Una que no es del todo efectiva, además.
Aquí podemos ver como mientras el ratio de triples intentados por tiro de campo ha crecido exponencialmente hasta rozar el 40%, la evolución de puntos por tiro lanzado no ha crecido de manera igual. No hay una relación exacta entre lanzar más triples y meter más puntos, pese a que se tiene el mayor eFG% de la historia o el mejor porcentaje de tiros libres visto.
Tirar triples como tal no sirve. Es una herramienta, un mecanismo util en la NBA actual pero nunca debería ser el arma principal de un equipo y mucho menos de uno que no tiene los recursos para hacerlo ni siquiera de manera digna. Solo Utah tiene mayor porcentaje de puntos de triple (43.6%) que desde dentro de la zona (41.6%) aunque hay 13 (!) franquicias que lanzan al menos un 40% de sus tiros de tres puntos.
Hay que analizar otras variables. Por ejemplo, los triples generan en promedio más rebotes defensivos (79.84%) que los lanzamientos de dos puntos (69.71%), permitiendo menos posesiones extra. Las posesiones son casi un segundo (0.81) más largas tras triple fallado, ralentizando el juego. A menor pace, menos tiros por partido. A menos tiros, por muy alta que sea tu eficiencia, menos puntos por partido.
La formula Morey
La fórmula Morey existe. Es aquella que afirma que si uno lanza 10 triples al porcentaje promedio actual (36.6%) anotaría 10.98 puntos mientras que si repitiera la misma formula desde dentro de la pintura serían 10.6. Tirar triples vale más que no tirarlos, o que lanzar de dos. Pero es una formula vacía si no tenemos en cuenta el resto.
En la actualidad, una cuarta parte de los tiros son de tres pies o menos (con acierto del 67.6%), tiros que generan el mayor porcentaje de tiros libres, al contrario que los triples que se necesitan liberados. Sixers y Pelicans son los dos equipos que más van a la línea con Joel Embiid y Zion en sus filas, los dos que más abusan de la pintura (Drummond empatado).
Un equipo anota en promedio el 39.3% en triples abiertos por un 30.8% con un defensor relativamente (2-4 pies) encima. Es cierto que todos los triples son necesarios par abrir la pintura y facilitar el acceso, la famosa estrategia de Luka Doncic, pero se ha convertido en el tiro cómodo. No es un recurso, es una opción como cualquier otra; o incluso peor en muchos casos. Me explico.
Hay 78 jugadores en la NBA que lanzan +50% de sus tiros de triple, jugadores en las cinco posiciones. Hay 23 que lanzan más del 70% de sus tiros de lejos y el récord se lo lleva Davis Bertans con un 90%. De esos 78 solo hay siete entre los jugadores con mayor ratio de tiros libres: Lillard (30), Garrison Matthews (33), Quickley (57), Curry (63), Bogdanovic (70) y Dort (78). Nadie en el top-30. Los triples no regalan tiros libres.
Especialistas y comunes abusan el lanzamiento de tres destrozando la eficacia de la formula. Morey exigía tiros que dieran una alta cantidad de puntos o que fuera sencillos: ir a la línea de tiros libres equivale a 1.456 puntos por viaje, un lanzamiento de dos vale 1.06 y un triple 1.098 (multiplicando la efectividad por el valor). La matemática es sencilla pero poner en marcha un plan eficiente es mucho más complejo. Y a día de hoy, da la sensación que muchas franquicias NBA están abusando del plan hasta ahogarlo.
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