Shaquille O’Neal. Reggie Miller. Charles Barkley. Kevin Garnett. Todos ellos tienen algo en común más allá de haber sido estrellas de la NBA: en la actualidad comparten su conocimiento en televisión nacional. Ninguno de ellos tiene más preparación que haber jugado una media de 15 años en la NBA. También JJ Redick se lanzó a la piscina del periodismo con un podcast propio, y más tarde fueron Richard Jefferson y Channing Frye quienes empezaron ‘Road Trip Podcast’. No hace falta ir muy lejos para encontrarnos con el gran ejemplo: en 2014 Derek Jeter creó The Players Tribune, un medio exclusivamente para deportistas. Desde entonces, estrellas como Richard Sherman, Cam Newton, Kobe Bryant, Paul Pierce o David Ortiz comparten con el público una visión inalcanzable para los periodistas: la primera persona. Pero por muy atractivos que sean sus textos, ninguno de los autores tiene el mínimo curso sobre escritura, redacción y mucho menos la carrera de periodismo.
Miento, hay uno que sí.
Christian James McCollum es la excepción. No en The Players Tribune, ni siquiera en Portland; McCollum es una anomalía en la NBA. No por tener una carrera, ya hay unos cuantos en la liga (Draymond Green y Jimmy Butler con el ciclo completo o Kelly Olynyk y Victor Oladipo en 3 años…), si no por aplicar lo aprendido, y mucho más. En parte por ser alguien especial, con curiosidad, que entiende la liga y conoce su labor en ella. Y en parte porque desde pequeño tuvo dudas de si iba a llegar o no. Cogió el camino largo, el difícil; pero el que da resultados. McCollum no busca la vía rápida: ni en Glen Oak primero, ni en Lehigh College más tarde, ni ahora en la NBA. McCollum busca el camino con el que pueda llegar a más gente.
CJ McCollum (19 de septiembre de 1991) nació y creció en Canton, Ohio, a escasas 25 millas de la fortaleza de LeBron James, Akron. Nieto de jugador de béisbol, el deporte de Babe Ruth y Derek Jeter fue su primera reivindicación recreativa, pero ver jugar a su hermano Errick, trotamundos del baloncesto europeo, le influyó demasiado. Eligió el balón naranja por encima del bate y el guante, por el bien del deporte. Escogió otra vez el camino más complejo para un niño como él: “Todos venimos de diferentes circunstancias y estamos afectados por los problemas, directa o indirectamente”. Hoy compagina su tiempo entre perfeccionar el tiro y mejorar la vida de los niños como él. Sea siendo estudiante de high-school o el MIP de la NBA. Sea durante su beca en la universidad o consiguiendo un contrato millonario.
En Julio de 2016 firmó una más que jugosa renovación: 106 millones por 4 años. Pero al contrario que la jet-set de la NBA, no se compró un coche nuevo, una casa más grande o un reloj de oro. Invirtió en su legado. Siempre con una mirada a largo plazo, con un objetivo mayor. “Quiero construir un legado fuera de la pista mientras estoy en activo” ¿Cómo? Para empezar, con el CJ McCollum Dream Center, un centro de aprendizaje innovador para niños, equipado con ordenadores, libros y herramientas enfocadas al arte y el conocimiento. En un acuerdo con el Blazers Boys & Girls Club of Portland Metro, creó un espacio seguro e inspirador para los más jóvenes. “El objetivo final es llegar a los más pequeños, y estaré satisfecho aunque sea cambiando solo una o dos vidas”. Todo de la mano de Charista Stout, jefa del departamento de Relaciones con la Comunidad de los Blazers: “Ella se preocupa por mejorar la vida de los demás” asegura CJ.
No es la única iniciativa del guard. Periodista y conocedor de la labor del periodismo, creó la CJ’s Press Pass, de la que habló largo y tendido en su artículo en The Players Tribune: ‘Why journalism matters’. 30 estudiantes de la Portland’s Madison High tuvieron la oportunidad de formar parte del proyecto: una charla con McCollum, pases de prensa para un partido ante los Wolves con acceso total al lugar de trabajo de los medios, para acabar con una conferencia de prensa del propio CJ y el asistente de Stotts, David Vanterpool. Compartió su pasión por el periodismo con un grupo de estudiantes de 15 años con el objetivo de que descubrieran el mundo de la comunicación y que vivieran una experiencia única. Para esta temporada, McCollum espera aplicar el formato a más high-schools del área de Portland.
ADOPTADO POR PORTLAND
Sorprende que sin ser de Oregon, nativo de Ohio y estudiante en Pensilvania, la comunidad local se haya convertido en un foco primordial para CJ. El mayor ejemplo es el trabajo dentro de Keep Oregon Well, una fundación que trabaja para reducir el estigma sobre las enfermedades mentales y concienciar a la sociedad sobre los problemas: una de cada cinco personas sufre algún trastorno mental, según la Mental Health Matters. McCollum es una de las caras de la campaña pública. Y todo este trabajo tiene que hacerse antes de colgar las botas. “Quiero ser proactivo ahora, porque es cuando la gente está dispuesta a colaborar y hacer un impacto positivo. Mi voz es premium mientras soy jugador». Usar su imagen en favor de la sociedad.
Pero no es algo nuevo en CJ. En Lehigh compaginó ser el mejor jugador de baloncesto de la historia de la universidad con el rol de cabeza visible del campus. Tras ser nombrado rookie y jugador del año en la conferencia, enfocó su segundo año en involucrarse en la universidad. Lehigh le dio las llaves del pabellón y el control del equipo, y McCollum devolvió el favor apoyando a la comunidad: promovió la lectura y escritura en las escuelas de la zona. «Para muchos afroamericanos jóvenes, la única salida para escapar de los problemas puede ser convertirse en deportista o rapero; he venido a decir que no es verdad. Yo conseguí ser jugador de la NBA pero eso no dura para siempre”. Y para CJ, la educación es un activo mayor que habilidades deportivas o la capacidad de rimar.
Tras sus cuatro años en Bethlehem, McCollum salió con el grado en periodismo bajo el brazo, el haber formado parte de labores sociales, trabajo con la comunidad y la única victoria en la historia del Madness para la universidad. El gran upset de 2012 y quizá la mayor sorpresa de lo que va de siglo, los mountain hawks de McCollum eliminaron a la todopoderosa Duke de Seth Curry, Mason y Miles Plumlee y Austin Rivers. Ninguno pudo parar a CJ: 30 puntos, 6 rebotes y 6 asistencias en su gran noche en college. Dos días después Xavier borraba de un plumazo el sueño de una pequeña universidad. Ese año, como en 2010, llevó a Lehigh a ganar la conferencia. Y en 2013 se convirtió en el primer y único jugador drafteado que haya pasado por la universidad. Trabajo duro, horas de gimnasio, tiro y la determinación de que podía conseguirlo. Nunca nadie le dijo lo contrario.
Junto a Errick, Allen Iverson fue el icono con el que McCollum creció en el baloncesto. The Answer también se convirtió en una figura que tuvo una influencia incalculable en la liga y en la sociedad norteamericana, pero bastante opuesta a la que CJ pretende aportar a los que le rodean. El periodismo, con el que Iverson tuvo tantos problemas, es solo una de las maneras de hacerlo: “Creo de verdad que los medios son los que hacen el baloncesto tan interesante, por traer al mundo las historias. Es muy importante para mí, no solo como jugador, sino como fan”. Pero hay mucho más.
Por eso CJ escribe dos historias al mismo tiempo: la de una estrella de la liga y quizás el mejor all-around scorer de la NBA; y la del resto, mediante proyectos, fundaciones y aportes a la sociedad. Ese es, por encima de cualquier anillo que pueda ganar, el legado de CJ.