Como casi todos los niños que nacían en los alrededores de Chicago, Craig Hodges soñaba con jugar a baloncesto. Pero como casi ninguno, lo consiguió. Con 22 años, San Diego Clippers le daba una oportunidad tras elegirle en la tercera ronda del draft. De San Diego a Milwaukee, y de ahí a Phoenix. Y de los desiertos de Arizona y compartir vestuario con unos jovencísimos Jeff Hornacek, Steve Kerr o Kevin Johnson, al cielo. En diciembre de 1988 era traspasado a los Chicago Bulls. El chico de Chicago que soñaba con jugar en la NBA, iba a jugar en casa. En el Chicago Stadium, ante su ciudad. Y sí, lo haría con Michael Jordan. Lo que no sabía es que ahí empezó el final de su carrera NBA con solo 31 años y mucho baloncesto por delante.
La historia de Colin Kaepernick y la NFL es conocida en todo el mundo. Un quarterback titular al que la liga de fútbol americano le cerró las puertas por sus opiniones políticas. Pero el de Colin no es el único caso en el deporte americano: si miramos la historia de la NBA, en la mejor época de la liga, sucedió un caso similar si no peor. Craig Hodges fue vetado de la liga por, además de sus ideales, atacar al mejor jugador de la historia del baloncesto. Demasiado incluso para él.
«Me imaginé a estos Bulls haciendo historia fuera de las pistas. Teníamos a un jugador como Michael Jordan cuya popularidad era superior a la del Papa. Si los Chicago Bulls hubieran hablado de manera colectiva en su época dorada, el mundo hubiera escuchado»
De profesión tirador, Craig Hodges se convirtió en una de las mayores amenazas del triple a finales de los 80, en la primera eclosión de la línea de tres. Uno de los primeros en atreverse a lanzar más de 200 veces en una misma temporada o en cruzar la barrera de 80 anotados, un hito antes de los Reggie Miller o Ray Allen. Tres veces campeón del concurso de triples de la NBA, de 1990 a 1992, Hodges llevó a la perfección un arte, la de tirar a canasta desde más allá de siete metros y será recordado siempre por su faceta en la pista. Pero el verdadero Craig Hodges es otro muy distinto: un activista social que por muchos años pidió a la NBA que se implicara en la lucha que Bill Russell y Kareem Abdul-Jabbar empezaron y que hasta hoy, en la figura de LeBron nadie cogió el testigo.
«Baloncesto y gente de color, nada más»
Desde pequeño, en casa, le enseñaron a defender lo que es suyo: su origen, su cultura y su color de piel. Su madre, luchadora por los derechos de color, educó a Craig en la cultura del esfuerzo. La misma que te lleva a hacer una serie de 21 triples de 25 intentos o anotar 19 consecutivos. Y siempre con la historia presente. «Cada vez que en el colegio nos mandaban hacer una redacción, mis temas eran siempre deporte y política: ¿béisbol? Curt Flood; ¿boxeo?, Ali; ¿fútbol americano? Jim Brown». Por aquel entonces ya destacaba en baloncesto y sí, su favorito era Kareem. Probablemente hoy escribiría sobre Kaepernick o LeBron James.
De ahí que su primera decisión al entrar a la liga fuera formar parte del sindicato: la NBPA. Bill Walton le tomó como mentor «y me convirtió en el representante de los jugadores, que siempre entendiera la importancia de separar entre propietarios y jugadores». Una liga donde por aquel entonces el 80% de los jugadores eran de color y no había ni un dueño ni un general manager de raza negra. La NBA de hoy, con los jugadores mostrando su voz y una pluralidad mayor, tanto de color como de género, se acerca mucho más al sueño de Hodges.
Sus primeros años, además del activismo social, tenía una misión: hacer ver a los equipos que le dejaron pasar en el draft que se equivocaron. En San Diego debutó, en Milwaukee se ganó la titularidad y la fama de triplista y en Phoenix disfrutó de un verano y 30 partidos, su época menos vistosa y al mismo tiempo más acertada desde el triple en porcentaje. Pero para 1989 y tras varias vueltas por la NBA, Craig Hodges ya era un bull. Phil Jackson conseguía a su tirador, petición especial de Tex Winter, asistente de Phil y entrenador de Hodges los cuatro años de universidad en Long Beach State.
Siempre en el sitio correcto en ataque, la llegada de Craig mejoró las prestaciones de un banquillo que necesitaba puntos. Y junto los puntos, llegaron los títulos: primero del concurso de triples, en 1990 y con una exhibición antológica: 25 puntos (de 30). Para 1991 dejó otra para el recuerdo con 19 triples consecutivos, los primeros. No falló hasta el quinto balón del cuarto carro. Llegaría un tercero seguido para emular a Larry Bird, quién le ganó en los tres primeros. Pero ser el mejor triplista de la liga no iba separado de su preocupación social. «Baloncesto y gente de color. El resto, no es tan relevante en mi vida» decía siempre Hodges.
Alzar la voz en nombre de la gente
El 3 de Marzo de 1991, cuatro policías apalizaban a Rodney King. Un video de 81 segundos mostraba cómo sin ningún tapujo, entre los cuatro golpeaban al motorista más de 50 ocasiones. Un año más tarde, tras el juicio donde los policías fueron declarados inocentes por agresión. Por seis días, la ciudad de Los Angeles se sumió en el absoluto caos: más de 12.000 personas detenidas, 2383 heridas y 63 muertos. Tras ser preguntado sobre el veredicto del juicio, Michael Jordan respondió distante: «I need to know more about it».
Un año antes, tras la brutal agresión a King, Hodges intentó que Jordan y Magic empezaran un boicot a la liga en el primer partido de las NBA Finals de 1991. «Estás loco, Craig». contestaba Jordan. No fue ninguna locura cuando en 1964, la mitad de los all stars se negaron a jugar el partido de las estrellas hasta que los propietarios acordaran una serie de beneficios económicos para los jugadores. Los dueños cedieron y el partido se jugó. Magic y Jordan no fueron tan valientes. Craig Hodges sí lo fue.
«Nuestra generación estaba más preocupada por ganar dinero y se rindió. El beneficio individual fue más importante que el movimiento de todos»
Los Chicago Bulls ganaron aquellas finales por 4-1, las primeras para Jordan, Phil Jackson y Craig Hodges. Era el boom de las marcas: el branding acaba de empezar y los jugadores se empezaron a convertir en marcas por sí mismos. No Hodges, que seguía trabajando por un colectivo. La visita a la Casa Blanca fue otro punto culminante. Hodges, orgulloso de su historia, se presentó en Washington DC con un dashiki y una carta de ocho páginas escrita para el presidente, George H.W. Bush. El objetivo era entregarla en mano, pero fue Tim Hallam quien se encargó de entregarla al staff de la Casa Blanca. Casualmente, la carta se filtró a la prensa unos meses después.
«El propósito de esta carta es hablar en nombre de la gente pobre, nativos americanos, sin techo y, especialmente, afro-americanos que no tienen la oportunidad de venir a este gran edificio a conocer al líder de la nación en la que vivimos. Esta carta no es una súplica, pero 300 años de esclavitud ha dejado a la comunidad destroza: es la hora de un plan comprensivo para cambiar las cosas».
La NBA se sintió avergonzada por Hodges, por su vestimenta y la polémica misiva entregada a Bush padre. Su relación con el líder islámico Farrakhan –amigo de Muhammad Ali– fue criticada por varios altos mandos de la liga y por primera vez, un jugador era señalado. Pero Hodges seguía fiel a sí mismo. Con el dashiki anotó nueve triples seguidos en el patio de la Casa Blanca ante la atenta mirada de Bush, Phil Jackson y los Bulls campeones. Ese era el verdadero Hodges, el que unía sus dos pasiones.
Tercer strike, Hodges out
La amenaza de huelga en las NBA Finals de 1991 o la irrupción en la Casa Blanca fueron solo dos avisos. Hodges todavía jugaba el mejor baloncesto de su carrera, ya con 31 años y los Chicago Bulls le trajeron de vuelta un año más tras ganar el anillo.
Tras el primer partido de las NBA Finals ante los Blazers, el NY Times publicaba el que iba a ser el golpe definitivo a la carrera de Hodges. En el artículo, publicado por Willian Rhoden, el escolta criticaba el silencio de Michael Jordan en la temática social, presión pública y problemas políticos que azotaban al país, o incluso por no pronunciarse sobre la ausencia de dueños de color o entrenadores negros. Las declaraciones, realizadas tras el entrenamiento del día anterior, fueron una vez Jordan había abandonado el complejo deportivo, por lo que Jordan lo descubrió a través de la prensa.
En el siguiente partido de las finales no jugó ni un minuto. Hasta el cuarto, donde disputó cinco no volvió a entrar a pista [entre primera ronda y las finales de conferencia solo se perdió un partido]. Nunca más volvió a anotar un triple para los Bulls. Pero no fue Jordan quién se lo dijo, ni siquiera Phil Jackson. Fue Jerry Krause, general manager de Chicago Bulls quién le llamó para informarle que para el año que viene, buscarían a alguien más joven. «Gracias por cuidar de los jóvenes» le dijo Krause, «pero vamos a tener que dejarte ir». Ese fue el último trabajo de Hodges en la NBA. En su lugar llegó Trent Tucker, mejor defensor y menos problemático ante la prensa.
«Nadie me llamó a preguntar por Craig. Generalmente recibo al menos una llamada por los jugadores que no firmamos. Y sí, es cierto que no defiende como el mejor, pero muchos defienden igual que él y ninguno tira como Hodges»
La maldita casualidad, por aquel entonces su agente de toda la vida Bob Woolf estaba en proceso de retirada, por lo que Hodges debía, en un verano, buscar agente y equipo. Nadie aceptó su propuesta en la liga y acabó con Crawford Richmond, amigo de toda la vida y asesor de negocios como representante. Crawford llamó a los 29 equipos de la liga. «Le pregunté a Tex Winter si me podía hacer el favor de ayudarme, preguntar al resto de equipos pero me contesto que si quería seguir jugando, mejor mirara hacerlo fuera del país». Nadie le dio un sí al mejor ayudante de Phil Jackson. Nadie en la NBA incluso llamó a Phil para preguntar por Hodges.
Una decisión ‘deportiva’
En 1993, todavía como agente libre, Craig Hodges debía defender el título de concurso de triples que había ganado en las últimas tres ocasiones, pero la NBA lo vio diferente. Según la normativa de la liga, un jugador no puede participar en un All Star si no forma parte de un roster. El periodista Sam Smith publicó una columna crítica con la NBA y poniendo el famoso ejemplo de Rimas Kurtinaitis, quien nunca jugó en la liga pero sí participó en el concurso de triples de 1989. ¿Cuál era el objetivo de no invitar a Hodges? «La NBA me silenció».
«Mucho mandar mensajes a los jóvenes sobre estudiar, no usar drogas, pero no son capaces de comportarse como deberían» relataba el artículo. La NBA, por supuesto, cambio de parecer y Hodges participó en el concurso. «No me invitaron porque sería raro si hubiera ganado. ¿Quién es este tío? ¿Por qué puede ganar un concurso de triples pero no tiene un contrato NBA? La gente habría hecho preguntas». Por desgracia, no pudo superar a Mark Price en la semifinal y quedarse con el récord de más concursos ganados en solitario. Otra vez el destino le cerraba una puerta.